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domingo, 4 de marzo de 2012

Cuentos para la diversidad: 11. Jarabes mágicos

Autoras/es: Herminia Dionís Piquero (*)
(Fecha original del libro: 2005) 
Relato recomendado para niños/as +12

Queridísimos Melchor, Gaspar y Baltasar, Reyes Magos de Oriente:
Ya sé que estamos en abril y que todavía falta mucho tiempo para que vengáis a repartir vuestros juguetes a todas las niñas y los niños del mundo pero es que tengo que pediros una cosa muy importante y como no la he visto en la televisión ni en ningún escaparate de las tiendas del centro comercial de mi barrio, pues me parece que os costará un poco conseguirla, por eso os escribo muchos meses antes.
Soy Raúl, os acordaréis en seguida de mí porque estas Navidades me trajisteis una familia y una casa entera para mí solo. No es que estuviera mal en el hogar infantil, todavía tengo muchos amigos y amigas allí y les llamo por teléfono y les mando cartas con fotos de mi cuarto, que hasta tiene una mesa grande en la que hago los deberes, o de mis padres abrazándome fuerte o dándome besos. Son las fotos que más me gustan, las que me cogen de la mano o de un pie mientras el otro me hace cosquillas…
Todas las noches miro por la ventana en dirección al Ayuntamiento porque el año pasado vuestra carroza de purpurina aparcó debajo del balcón de las banderas, donde estaba la alcadesa vestida con su abrigo de pieles y os dio la llave de oro de la ciudad. Es que quiero daros las gracias por un regalo tan fantástico, desde entonces soy muy feliz; espero que me oigáis aunque estemos lejos y hayan muchas antenas parabólicas en las fachadas de los edificios y hagan interferencias.
Enrique y Santiago son geniales. No podríais haber encontrado mejores padres. Siempre están pendientes de lo que me importa, de las cosas que me asustan, de si me acabo la cena, de si me lavo los dientes, de que los deberes hay que hacerlos antes de que se haga muy tarde, y si me dan algún golpe en los entrenos del fútbol, me ponen una pomada que hacen los chinos o los japoneses con la grasa de los tigres y deja de dolerme, además de que no me sale moratón.
Cuando vuelven de trabajar hablamos de los viajes que han hecho; han estado en muchos países y como guardan los mapas y los billetes de los museos y hasta de los autobuses que han usado, da la impresión de que también yo he estado allí porque lo explican muy bien. Dicen que el verano que viene, cuando cobren las pagas extras, podremos ir a París.
Tienen una torre de hierro que no se pone fea aunque se moje y está Disneylandia con un montón de atracciones.
El único problema que tengo, y por eso os vuelvo a pedir ayuda, es por culpa de dos cocineras de mi colegio. Son unas señoras pesadísimas que no dejan de frotarme el pelo como si buscaran piojos.
Cuando estoy en el comedor no dejan de preguntarme por mis padres.
Que si me cuidan, que si me arropan cuando me voy a dormir, que si me peinan con la raya a un lado o que si se acuerdan de ponerme la camiseta de tirantes debajo de la sudadera. ¡¡Pero si ya me visto yo solo !!
A veces me remangan la camisa y hasta me huelen y entonces se quedan calladas porque estoy muy limpio y huelo a colonia. Parece que eso les fastidia porque, según ellas, a toda criatura le hace falta una madre.
Entonces les contesto muy en serio que ya tengo dos padres y que si una pareja es lo que suman dos personas, qué más dará si son padre y padre o madre y madre o padre y madre…, en ese momento se quedan calladas y me dejan en paz, pero les dura poco.
Por eso os quiero pedir para esta Navidad que hagáis una cajita con un jarabe o algo por el estilo (mejor si no son inyecciones, las agujas siempre asustan), que si se lo toma la gente les entre eso que llaman Sentido Común.
No sé muy bien qué es ni en qué parte del cuerpo está, pero sé que cuando las personas hablan de ese Sentido se ponen de acuerdo y hasta se vuelven más tranquilas.
Se lo dejáis en el Belén de las cocineras y también a ese vecino del piso de abajo que nos mira con la nariz arrugada como si fuéramos marcianos o estuviéramos enfermos y se fuera a contagiar.
Sé que me vais a entender porque vosotros sois tres hombres y vivís juntos y nadie os critica por eso ni se mete a sobar a los camellos por si les dais paja y les tapáis con la manta cuando hace frío en el desierto o se ponen a revisar las camisetas tirantes de los pajes… 
Prometo portarme bien y ser obediente en todo lo que queda de año. Si queréis, también me podéis dejar un poquito del jarabe mágico del Sentido Común en el árbol que pongamos en casa, dicen que también da paciencia.
Os quiere, Raúl.

(*) Extraído de:
Colección Cuentos para la diversidad. COGAM. Colectivo de Gays, Lesbianas y Tansexuales de Madrid

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