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martes, 13 de marzo de 2012

Roque Dalton García: “Llegué a la revolución por la vía de la poesía”


Autoras/es: ENcontrARTE
Nacido el 14 de mayo de 1935 en San Salvador y muerto el 10 de mayo de 1975 a manos de una facción del Ejército Revolucionario del Pueblo, encarnó al intelectual consecuente y de honesta militancia, de raíz nacional y brotes universales, cuya postura quedó grabada en frases como “el poeta es una conducta moral” o “la poesía no está hecha sólo de palabras”. Pero no está de moda.
(Fecha original del artículo: Septiembre de 2005)


Estudiante de derecho y antropología en universidades de El Salvador, Chile y México, activo representante estudiantil, luego miembro del Partido Comunista y más tarde luchador insurgente, frecuentó las cárceles, donde fue aislado, torturado y condenado a muerte en varias ocasiones, de las que escapó en circunstancias delirantes: en una por la caída del dictador de turno y en otra por un terremoto que derrumbó la prisión.
Poeta, ensayista, abogado y  antropólogo salvadoreño nacido en San Salvador en 1935. Fue educado inicialmente por los Jesuitas y posteriormente estudió en universidades de su  país, de México y de Chile. Militó en el partido comunista desde los veintidos años,  dedicándose desde muy joven a la literatura, a la poesía y a la política. Obtuvo en    tres ocasiones el Premio Centroamericano de Poesía, el Premio Casa de las  Américas y otros galardones en diversos certámenes nacionales y centroamericanos.

De su vasta obra poética iniciada en 1956, merecen destacarse:

«Mía junto a los pájaros» en1957, « La Ventana en el rostro» en 1961, «El Mar»  en1962, «El turno del ofendido» en1963, «Los Testimonios» en 1964, «Poemas» en 1968,  «Taberna y otros lugares» en 1969 , «Los pequeños Infiernos» en 1970,  ¿Revolución en la revolución? y La crítica de la derecha (1970).. Su obra póstuma incluye la novela Pobrecito poeta que era yo (1981), y los volúmenes de poesía Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenín (1986) y Un libro levemene odioso (1988).
Fue asesinado en 1975.
Dejemos su cadáver irreverentemente insepulto, pero no para que se pudra “en las oscuras bocacalles” de la memoria. Tengamos en cuenta que “estamos —tal lo dijo él— en la más densa: la noche de la Historia.”
laventana.casa.cult.cu


- Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado
- Un hombre como nosotros
- Un poeta revolucionario
- El gran habitante del pequeño pulgarcito 
- Ser fuerte sin perder la ternura
- El hijo del poeta salvadoreño da las claves sobre su asesinato
- Eduardo Galeano lo recuerda así

 Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado

Pablo Jofré Leal

Roque Dalton - Erase un Hombre a su Pluma y Fusil Atado   Pablo Jofré Leal *  Adital - El día 14 de mayo de 1935, nace en San Salvador, capital de la   República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas   latinoamericanos : Roque Dalton García. Comprometido con la lucha de su   pueblo, vivió las penurias, alegrías y las contradicciones de una época   que marcó igualmente su muerte, a manos de sus propios compañeros en la   guerrilla, el día 10 de mayo de 1975.   Hace unos días, mi hijo mayor, demandó explicaciones respecto a su nombre.   El por qué de él, de donde provenía tal manera de llamar a alguien. Por   qué se llamaba Roque y no Juan por ejemplo. No tuve que hacer mucha   memoria para recordar a un poeta y su vida, que llenaron mis horas por   largas jornadas y que influenció esta elección a la hora de dar un nombre   significativo a este hijo que hoy interrogaba por su patronímico. Roque   Dalton García es el nombre del ejemplo. Un hombre al cual podemos   perfectamente, asimilar la paráfrasis de su propio homenaje a la muerte   del Che. Roque Dalton es: "la encarnación de los más puro y lo más hermoso   que existe en el seno de esa actividad grandiosa que nos impone nuestra   época: la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección   moral y política de su vida y de su muerte forma parte inapreciable del  patrimonio revolucionario de todos los pueblos del mundo, y cuya   desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos   escatimar lágrimas de revolucionarios; la actitud fundamental a que nos   obliga su actual inmortalidad histórica es hacernos verdaderamente dignos   de su ejemplar sacrificio"


Un hombre como nosotros

 "La poesía no se escribe con ideas, sino con palabras" declaraba, a fines   del siglo XIX,
el poeta francés Guillaume Mallarmé. Esta sentencia, errada   en Latinoamérica, y supongo que en el resto del planeta, sobre todo para  aquél que tenga como arma de combate la escritura contra las injusticias   que se cometen, cae estrepitosamente ante la obra vital y literaria de   poetas, narradores y todos aquellos hombres y mujeres que han hecho de la   literatura el modo de expresar verdades, sentimientos, deseos, anhelos e   igualmente fracasos. Uno de esos hombres: vital, vigoroso y tenaz fue   Roque Dalton García, una de las figuras cimeras de la poesía   Latinoamericana del siglo XX. Tan genial como desconocido, tan brillante   como comprometido con las causas de justicia y libertad de su pueblo: El   Salvador, país en el que nació el 14 de mayo de 1935. Hijo de un   estadounidense afincado en esas tierras centroamericanas y una enfermera   salvadoreña, estudió en un Colegio de jesuitas, que le entregó las armas   de la disciplina y la constancia. A pesar de esa formación religiosa supo   empaparse de la realidad trágica de su pueblo y abrevar su espíritu   inquieto con letras de Neruda, Vallejos y los representantes de la escuela   Surrealista. Los poetas franceses como Billón, Saint John Perse, Kafka,   Salarrué y hasta Henry Miller allegaron agua a ese molino creativo,   inquieto, pleno de un humor desbordante y de extremo rigor intelectual,   como solía caracterizarlo el fallecido escritor argentino Julio Cortázar.

 Roque Dalton se definía como uno de nosotros, sin más ni menos: "Yo como   tú amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste   de los días de enero. También mi sangre bulle y río por los ojos que han   conocido el brote de las lágrimas. Creo que el mundo es bello, que la   poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas no terminan en mí, sino   en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el   paisaje y el pan, la poseía de todos". Poeta y revolucionario son dos   conceptos que en Roque Dalton se conjugaron con perfecta armonía.   Demostró, mediante su temática como escritor y en la vida práctica como   intelectual comprometido con las causas justas de su pueblo y de   Latinoamérica, que la verdad sí podía ser encerrada en palabras. Mediante   la poseía, sostenía Dalton, era posible decirlo todo

 "... Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha   sólo de palabras...". "...agradecido te saludo poesía porque hoy al   encontrarte (en la vida y en los libros) ya no eres sólo para el  deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía. Hoy también puedes   mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo..."   Para Roque Dalton el trabajo poético le permitía expresar su propia vida,   de la que era testigo y coautor, su tiempo, los hombres, el medio que   compartían con todas su interdependencias: "Camino para tal intento, desde   el hecho, aparentemente simple de ser salvadoreño, o sea, parte de un   pueblo latinoamericano que busca su felicidad luchando contra el   imperialismo y la oligarquía criolla y que, por razones históricas bien   concretas tiene una tradición cultural sumamente pobre. Tan pobre, que   solamente en una debilísima medida la ha podido incorporar a esa lucha que  reclama todas las armas".



Un poeta revolucionario

Todo tipo de temas ocupó su mente. Sus letras, opiniones y acciones son   expresión de diversidad basada en la riqueza en el uso del lenguaje, y el   compromiso político que lo embargaba. Su riqueza oral y escrita se   demostraba verbo a verbo, en una poesía de rompimiento con los moldes y   usanzas de la época. Sus poemas son verdaderos edificios elaborados con   insólitas relaciones, entre elementos disímiles en una lucha dialéctica   de unión y lucha de contrarios. Viajó, al igual que su referente político   y modelo de hombre: El Che, por gran parte de Latinoamérica. Vivió en   Santiago de Chile, donde estudió la carrera de leyes y en México, donde se   empapó de periodismo y tertulias literarias. A pesar de militancias,   luchas, y avatares políticos su visión de la poesía era firme: "El poeta   debe ser, fundamentalmente fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del   caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su actitud ante la vida   y los hombres le imponga como gran responsabilidad de convivencia, Y aquí   no caben los subterfugios ni la inversión de los términos. El poeta es tal   porque hace poesía, es decir, porque crea una obra bella. Mientras haga   otra cosa será todo lo que quiera menos un poeta. Lo cual, por supuesto,   no implica con respecto al poeta una privilegiada situación entre los   hombres, sino tan sólo una exacta ubicación entre los mismos y una   rigurosa limitación de sus actividades, que también sería eficaz en el   caso de particularizar la calidad de los médicos, los carpinteros, los   soldados o los criminales".

"La ventana en el rostro" escrita en el año 1961 fue su primer libro, y en   él están contenidas las características de lo que sería todo su trabajo   futuro: Un lenguaje fulgurante y de ruptura, la voluntad conceptual y una   estructura innovadora que empieza a abrirle paso en la gran camada de   poetas, cuentistas, ensayistas y novelistas que ha dado Latinoamérica en el   siglo XX. Le siguió "El Turno del Ofendido", donde comienza a perfilarse   con mayor nitidez su poesía plena de ironía y crítica no sólo frente a   otros poetas, sobre todo los adoradores del soneto, que para Dalton   significaba, en ese momento "una poesía conservadora, anacrónica y no sólo   por el formalismo esencial que el sonetismo conlleva, sino porque los   problemas de la vida actual no caben en vasos tan puros y estrechos"   (Carta de Roque Dalton a los autores de la Revista "De aquí en adelante".   En el Poema "Canto a Nuestra Posición" dedicado a su amigo y compañero   Otto René Castillo, expresa su crítica afilada a esos llamados de hacer   florecer todo en el poema ya que el hombre parecía ser un pequeño dios:  

"...¿Cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna   bruñida, cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se   sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones   borrachos y gangrenas y obscuros desperdicios de vida sin estrellas?...Ay   poetas que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen   los calcetines rotos, que os olvidasteis del final de los meses de los   inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina   con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre, lleno de   hormigas y definitivamente sin pan... ay poetas ¡como duelen vuestras   estaturas inútiles!."

Estudió e investigó con rigurosidad y con originalidad la historia de El   Salvador a través de la publicación de un libro de testimonio fundamental,   para el estudio de los acontecimientos relacionados con las luchas obreras   y campesinas en El Salvador: "Miguel Mármol: la insurrección en El   Salvador: año 1932"" donde a través de la historia de este personaje real   se da cuenta de la represión al levantamiento campesino y que ocasionó   20.000 muertos en apenas tres meses. Su quehacer literario lo colocó al   servicio de su pueblo y cuando éste reclamó su presencia en esa Inmensa   estepa verde que son las montañas de Morazán, y ellas se convirtieron en   su hogar no dudó un minuto en convertirlas en una nueva trinchera de   palabras y balas. Morazán se convirtió en el último centro de su   creación, no sólo de dardopalabras maravillosas lanzadas al centro de la   injusticia, golpes de ideas, de agudezas sustantivas, verbales y   adjetivas, bofetadas de realidad, sino también de plasmación de ese hombre   nuevo, que años atrás, en montañas de la sierra boliviana se empezó a   visualizar en forma de pájaro de fuego llamado Ernesto. Morazán sería su   escalón más alto en la vida de un revolucionario, su vida plena pero   también su muerte, tan brutal como absurda a manos de una fracción de la   organización guerrillera en la cual militaba, en el trágico 14 de mayo del   año 1975.

Este hombre, bajo en estatura pero gigante como poeta y rebelde en una   conjugación práctica  , estaba convencido que una de las vías   fundamentales, posibles de transformar al intelectual en intelectual  revolucionario era la acción social. Una práctica que le daba temor, tan   presente junto al miedo y la pérdida de la inocencia en cada uno de sus   poemas: "27 años: Es una cosa seria tener veintisiete años, en realidad es   una de las cosas más serias. En derredor se mueren los amigos de la   infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad". Esa praxis   social debía hacerse en el seno de la lucha de los pueblos que llevan a   cabo su combate por dejar sólo de sobrevivir y llegar a conocer lo que es   vivir como un verdadero ser humano. Su paso por Cuba, donde dejó a sus dos   hijos, para dedicarse a la lucha guerrillera le dio la formación   necesaria, no sólo desde el punto de vista político sino que literario y   de reconocimiento expresado en su Premio Casa de las Américas, La Habana ,   Cuba, 1969, por su poemario "Taberna y Otros Lugares".

Este libro de poemas es la expresión de lo que fue Roque Dalton, un   insurrecto permanente, un visionario, un hombre dotado de gran sutileza.   En plena efervencia pre- Primavera de Praga en el año 1968, Roque Dalton   solía visitar las viejas tabernas del centro de la capital de la ex   Checoslovaquia, después de su trabajo en la Revista Internacional , que   reunía la crema y nata de los ideólogos comunistas de ese entonces. En   esas visitas llenas de espumosos brebajes, Roque, armado de una vieja   máquina grabadora se deleitaba escuchando las conversaciones de   estudiantes, obreros y soldados. De ese trabajo salió Taberna y Otros   Lugares, pero también el convencimiento que el socialismo, en aquellos   grises países de Europa del Este no eran el modelo natural de esa visión   de mundo, que tarde o temprano reventaría por sus propias contradicciones,   y que Latinoamérica no debía trasladar mecánicamente las experiencias   políticas allende el Atlántico.



El gran habitante del pequeño pulgarcito
Uno de sus hijos, Juan José Dalton lo describe como un tipo genial,   poseedor de sentido del humor inigualable, un hombre que sabía esconder   las tristezas bajo una permanente sonrisa y con una decisión  inquebrantable. Así, cuenta Juan José: "En la Habana teníamos un vecino   que se llamaba Fernando Martínez, era un experto en marxismo-leninismo.   Como en su casa se había roto el refrigerador, mi papá le guardaba la   carne y el pollo a cambio de clases de materialismo. Cuenta Fernando que   en una de esas calurosas tardes de 1972, había salido a la verja de su   casa. Bajando por la calle J, del Vedado (donde aún está nuestra casa en   La Habana ), venía rodando mi padre. El poste de la esquina lo detuvo.   Fernando se le acercó. "¿Roque, que te pasa chico? Mira como vienes..."   "No voy a seguir bebiendo Fernando, porque si no, no voy a poder ser   guerrillero", le contestó a modo de autocrítica. "Efectivamente, nunca más   lo volví a ver tomado... Fue la última vez. Nunca creí que esa era la   despedida", me contó aquel cubano". Era la última vez pues su próximo paso   era integrarse a las fuerzas guerrilleras que actuaban en El Salvador.
Roque era también un escritor del más íntimo lirismo, capaz de expresar   los dolores que llegaban del testimonio práctico de las heridas de su   pequeño pulgarcito, como una vez definió la poetisa chilena Gabriela   Mistral a El Salvador. Sus letras venían del pueblo, de la herida   vallejiana que carcomía la vida de ese Salvador suplicante de ser salvado.   Nos legó la policromía de su estilo, la riqueza y vivacidad de su prosa   refulgente y dinámica, la belleza de sus ideas y lenguaje. Nos dejó un   arma defensiva a la cual recurrir, cuando los significados y significantes   nos amenazan con evadir sus responsabilidades. Sus escritos no marcharon   nunca al margen de la hoy tan vilipendiada lucha de clases pero, esa   contradicción vital era transmitida en forma tan sugerente y pedagógica,   tan finamente irónica y genial, que podía enseñar más con el corazón que   con manuales, con su experiencia más que con citas de sesudos personajes.   Roque, a su manera, mostró el escalón más alto del ser humano, para llegar   a tener los derechos nunca alcanzados de su pueblo: "El escritor y el   artista latinoamericano promedio, lucha en distintos niveles contra el   régimen que lo discrimina, lo humilla y lo persigue; y más, que el poeta y   el escritor, es el subversivo, el perseguido, el preso, el torturado. Y   comienza a ser el asesinado junto a miles de su pueblo, y el que combate   con las armas en la mano, en consecuencia los nombres de Javier Heraud,  Edgardo Tello, Otto René Castillo encabezan la lista.

 "Su pequeña amada patria era un tema constante en sus letras. Mezclaba en   ello la rabia y la ternura, el amor y el odio más profundo. Mientras su   madurez biológica avanzaba inexorable, su florecimiento intelectual,   nutrido en tierras latinoamericanas y europeas, desbordaba los cauces   poéticos conocidos hasta la época. Su amor por ese pedazo de tierra de   20.000 kilómetros cuadrados, no tenía los límites señalados en mapas y   acuerdos políticos, pero se había transformado, con el paso de los años y   el exilio, en un dolor que laceraba todo su ser, y lo convencía que la   redención de su Salvador, pasaba por liberarlo de todo aquello que roía su   existencia. Roque estaba convencido, que la libertad de su diminuta tierra   era parte de la construcción de múltiples patrias dispersas por la mestiza   Latinoamérica. La edificación de un verdadero Nuevo Mundo, con hombres   nuevos era considerada por Roque Dalton como un camino plagado de   dificultades, una senda difícil, dura y terrible, que necesitaba de   inéditos y más penetrantes dolores para lograr erradicar su enajenación:   "Necesitas bofetones, electro-Shocks, Psicoanálisis, para que despertés a   tu verdadera personalidad... habrá que meterte a la cama, a pan de   dinamita y agua, lavativas de cóctel molotov cada quince minutos, y luego   nos iremos a la guerra de verdad, todos juntos, novia encarnizada, mamá   que parás el pelo"



Ser fuerte sin perder la ternura
Roque fue también periodista, de aquel que desolla, que enseña y no hace   de la lisonja el pan de cada día. Se alejó y burló del dogmatismo   obnubilante, verdadero opio del deseo y práctica de cambios. Los esquemas   incuestionables, hayan sido políticos o literarios no eran su alimento. No   existía disyuntiva entre su creación artística y su actividad política,   entre versos y reforma agraria, entre ensayos literarios y prácticas   guerreras ¿Su máxima? La duda, siempre la duda en lugar del dogma que   adormece. La crítica que construye en lugar del acatamiento incondicional.   El aprendizaje de esto fue un proceso doloroso: "Mi actitdu ante el   contenido ideológico y la trascenedencia social de la obra poética está   determinada fundamentalmente por dos hechos extremos: el de mi larga y   profunda formación burguesa y el de la militancia revolucionaria que   mantengo desde algunos años. La práctica en las filas del partido ha  organizado mi preocupación e siempre por los problemas de la gente que me   rodea, del pueblo, en último grado y ha ubicado con exactitud ante mi   atención, las responsabilidades fundamentales a las cuales deberse, así   como a la forma concreta de realizar esos deberes a lo largo de la vida.   Pero los largos años en el Colegio Jesuita, el desarrollo de mi primera   juventud en el seno de la chata burguesía salvadoreña, el apegamiento a   formas de vida irresponsables, alejadas con santo horror del sacrificio o   de los problemas esenciales de la época, han dejado en mí sus marcas, las   cicatrices que aún ahora duelen".

Estas palabras escritas en su Ensayo "Poesía y Militancia en América   Latina" son ese ejemplo de autocrítica que animaba a Roque Dalton y que   resumen esa vida plagada de contradicciones pero siempre honesta. El   destino con la revolución marcó su existencia, era un indiscutible   compromiso de pareja. En un mundo como el que se nos presenta en este   nuevo milenio requiere de nuevos honores, de nuevas formas de enfocar los   cambios necesarios para los pueblos subdesarrollados, pero igualmente se   necesita de un conciencia de revolucionarios, de poetas como Roque que si   la muerte no lo tuviese en su seno, seguiría convocando a esta generación   de móviles y globalización en la necesidad de ser revolucionarios hoy, en   la época dura, la única que da posibilidades de ser sujeto de epopeyas:   "Ser revolucionario cuando la revolución ha eliminado a sus enemigos y se   ha consolidado en todos los sentidos puede ser, sin lugar a dudas, más o   menos glorioso y heroico. Pero serlo, cuando la calidad de revolucionario   se suele premiar con la muerte es lo verdaderamente digno de la poesía. El   poeta entonces la poesía de su generación y la entrega a la historia".   Roque Dalton García entregó su poesía a toda una generación de   latinoamericanos.  Hacen 27 años de su asesinato, tan brutal como absurdo, a   manos de un grupo de dogmáticos que jamás conocieron al verdadero Roque,   camuflado bajo el nombre de Julio Delfus Marín en las montañas de Morazán.   Quienes lo asesinaron jamás le perdonaron su humor, su desparpajo ante las   más insólitas situaciones, su imaginación llena de optimismo por el   mejoramiento humano.

El poeta Nicaragüense Julio Valle al saber sobre la muerte de su amigo   dijo a su hijo Juan José "Mirá hermano, quienes mataron a Roque no tenían   humor" una ingeniosidad tan permanente y vital que hizo exclamar a Eduardo   Galeano que Roque era capaz de hacer reír hasta las piedras. Capaz de   sacar sonrisas, pero recordarnos sobre el sufrimiento de sus hermanos en   el Poema de Amor: "Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron   clasificados como "silver roll" y no como "gold roll") los que repararon   la flota del pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en   las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones,   contrabandistas, por estafadores, por hambrientos... los sembradores de   maíz en plena selva extranjera, los reyes de las páginas rojas, los que  nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que   fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de   paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el   infierno de la bananeras, los que lloraron borrachos por el himno   nacional, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos   hijos de la gran puta... los eternos indocumentados, los hacelotodo, los  vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los   tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos"

Roque Dalton murió, y ahora que El Salvador luego de muchos años de guerra   civil empezó una nueva y enigmática caminata por inéditos derroteros, es   imperativo recordar a aquellos, que regaron con su fresquísima sangre el   camino que hoy transitan otros nuevos hombres. Él murió, pero está   encarnado en muchas vidas, que encuentran en su ejemplo, la luz que guía y   alecciona. Ha resucitado en este nuevo El Salvador, tal vez un poco mejor   que aquel sangrante país que conoció sus pasos terrenos. Roque Dalton,  hombre pequeñito de estatura pero gigante y feroz con la pluma y el fusil   está riendo, y lo hace henchido de placer a pesar de las masacres y las   lágrimas jamás recuperadas. Roque es el recuerdo de la sangre joven  prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un   Salvador más justo, que entregaron sus vidas por una causa que no   importaba tener como norte la muerte si de verdad se moría entre pájaros y   árboles, como decía el poeta Javier Heraud. Roque ha triunfado y pronto   será: Parques infantiles, escuelas, hospitales, será nuevos poemas por   venir, un continente reidor y feliz por tener en su vientre a millones de   nuevos Roques por nacer.
Julio de 2005


 

El hijo del poeta salvadoreño da las claves sobre su asesinato
Dalton atormenta a Villalobos
El 10 mayo de l996 se cumplirán 21 años del asesinato de mi padre, Roque Dalton, a quien admiro no sólo por nuestra relación familiar, sino que lo considero como uno de los escritores salvadoreños más notables de todos los tiempos.
A finales del siglo, ese reconocimiento es cada vez más explícito, en la medida en que la nación salvadoreña se refunda como tal, lo que constituyó una esperanza de mi padre y por cuyo objetivo se sacrificó y creó una obra literaria que es patrimonio de El Salvador y trasciende las fronteras. Como hijo, "heredero de su esperanza”,  tengo el compromiso moral, no sólo de exponer el dolor  que sufrimos por su pérdida, sino también mis opiniones  para aclarar el por qué de su asesinato y exigir a sus responsables un acto de contrición y reparación de sus daños.  Su asesinato es uno de los episodios más dramáticos de la historia nacional, que aún causa resquemores y no pocas alarmas.
Los responsables del hecho, a quien mi padre consideró  sus hermanos de lucha, es decir, la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y entre ellos, especialmente, Alejandro Rivas Mira y Joaquín Villalobos, tuvieron que recurrir a la mentira para llevar a cabo la acción.
Cerca de 18 años transcurrieron para que Villalobos aceptara en confesión, hecha a quien escribe esta nota, que el asesinato fue injusto y dirige las acusaciones en el  sentido de que Dalton era "agente del enemigo"o"agente  de la CIA ", como lo trataron de hacer creer hace 20 años.

Quienes asesinaron a mi padre, no lo hicieron por "error  de juventud, ni mucho menos, como Villalobos insiste en sus argumentos.  Ello sería aceptar que esa etapa de la vida -la juventud-  es potencialmente criminal, lo cual no es posible.

Los asesinatos de Roque Dalton y su "compañero de camino", "Pancho", se produjeron porque Rivas Mira y Villalobos eran portadores de un pensamiento extremista; se creían dueños absolutos de la verdad y se hacían representar como los más fieles intérpretes del marxismo-leninismo y del proletariado de El Salvador.
Nada tan cínico como lo expresado por Eduardo Sancho -quien antes se autodefinía como "hermano de Roque" y ahora es fiel seguidor de Villalobos, cuando manifestó que Roque había muerto producto de una acción jurídica concreta y lo criticó públicamente por haber escrito un poema "Viejuemierda" en contra de Alberto Masferrer, un político y demócrata de la primera mitad del presente siglo.
Dijo que Roque había maltratado a Masferrer, el primer gran socialdemócrata salvadoreño. La crítica bienvenida sea.
Lo paradógico es que cuando hizo esa declaración tenía sentado a su lado a Villalobos, quien no sólo maltrató a Roque, sino que participó en su asesinato. Pero de ello, Sancho no se atreve a decir algo.  Incluso, Sancho ha expresado que el ejecutor material de Dalton fue Vladimir Rogel, quien había muerto en combate en 1976. Ello no corresponde a la verdad.
Documentos del ERP de 1977 prueba que Rogel fue ajusticiado un año después de Roque. Villalobos es también cínico.  El me manifestó que después de mi padre no hubo casos similares y los hechos lo desmienten.
Villalobos y yo tuvimos tres entrevistas sobre el conficto de mayo de 1975. En esas pláticas Villalobos me confesó que el asesinato mi padre fue el más grave error por él cometido. La historia nó termina. Fue dramático el resultado de la investigación que se realizó para dar con los cadáveres de Roque y Pancho, indagaciones que sugerimos a la Misión de Observadores de las Naciones Unidas (Onusal) para que tuviera credibilidad.
La verdad siguió lacerando. Los cadáveres no fueron encontrados: testimonios recogidos y pruebas realizadas indican que los cuerpos fueron abandonados en un lugar conocido como El Playón y devorados por perros y aves de rapiña. En El Playón los "escuadron de la muerte" de la derecha abandonaban los cadáveres de opositores, sindicalistas y sospechosos guerrilleros. Los dirigentes  del ERP hicieron lo mismo con mi padre y "Pancho".
Hasta ahora no se ha explica por que su cadáver no fue entregado a sus familiares. Ellos sabían que su madre, mi abuela María, vivía San Salvador y reclamó los restos de su único hijo. Rivas Mira y Villalobos fueron culpables de la pena aquella humilde y sufrida mujer que murió en l986 con la angustia de tener a su hijo desaparecido.
Tampoco han explicado por que escogieron el 10 de mayo, Día las Madres, en El Salvador, para asesinarlo. Pese al dolor que durante años hemos padecido los familiares, amigos y admiradores de Roque Dalton, lo que reconforta es que su figura y su obra son cada vez mas apreciadas en El Salvador y otras partes del mundo. No hay mejor premio al artista que dio lo que pudo y lo mejor de si por su nación. Su obra es ya obligada para que los salvadoreños nos identifiquemos y para que el mundo nos identifique.
En contraste, Rivas Mira es fantasma que se oculta entre cirugías plásticas y falsos nombres. Mientras, Villalobos se mueve en la actualidad entre el escándalo politico, el desprecio de sus "ex-hermanos lucha" y su desmedido afán por demostrar a los que en un pasado atacó que “ya no hay que tenerle miedo”
Juan José Dalton


Eduardo Galeano lo recuerda así:

Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo corrieron a balazos.
Y se salvó de los hinchas de fútbol  que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha  recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza.
Poeta hondo y jodón, Roque prefería  tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo.
Enlace recomendado:
Cuando sepas que he muerto, no pronuncies mi nombre. Roque Dalton Garciahttp://members.tripod.com/~daltonicos/

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