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domingo, 31 de julio de 2011

El forastero (II). Alfred Schutz

Autoras/es: Alfred Schutz
El sistema de conocimiento así adquirido -incoherente, incongruente y sólo parcialmente claro, como es- adquiere para los miembros del endogrupo la apariencia de una coherencia, claridad y congruencia suficientes como para ofrecer a cualquiera una probabilidad razonable de comprender y de ser comprendido. Todo miembro nacido o educado dentro del grupo acepta el esquema estandarizado ya elaborado de la pauta cultural recibida de sus antepasados, maestros y autoridades como una guía indiscutida e indiscutible en todas las situaciones que se dan normalmente dentro del mundo social.
El conocimiento correlacionado con la pauta cultural lleva en sí mismo su prueba; mejor dicho, se lo presupone al no haber prueba en contrario. Es un conocimiento de recetas dignas de confianza para interpretar el mundo social y para manejar cosas y personas con el fin de obtener los mejores resultados en cada situación, con un mínimo de esfuerzo, evitando consecuencias indeseables. Por un lado, la receta actúa como un precepto para las acciones y, de este modo, sirve como esquema de expresión: quien desee lograr determinado resultado debe proceder como lo indica la receta suministrada para este propósito. Por otra parte, la receta sirve como esquema de interpretación: se supone que quien procede como lo indica una receta específica procura alcanzar el resultado que se correlaciona con ella. Así, es función de la pauta cultural eliminar dificultosas indagaciones ofreciendo directivas ya listas para el uso, reemplazar por perogrulladas confortable una verdad difícil de lograr, y sustituir lo discutible por lo autoexplicativo.
Este "pensar habitual", como podríamos llamarlo, corresponde a la idea de Max Scheler de la "concepción relativamente natural del mundo" (relativ natürliche Weltanschauung);(5) incluye los supuestos "obvios" pertinentes a un grupo social determinado y que Robert S. Lynd describe de manera magistral, con sus contradicciones y su ambivalencia intrínsecas, como el "espíritu de la ciudad media"(6) (middletown-spirit). El pensar habitual puede ser mantenido mientras confirmen su validez ciertos supuestos básicos: 1) que la vida, especialmente la vida social, seguirá siendo la misma que hasta ahora; es decir, que volverán a presentarse los mismos problemas, que exigirán las mismas soluciones, y que, por lo tanto, nuestras experiencias anteriores bastarán para dominar las situaciones futuras; 2) que podemos confiar en el conocimiento recibido de nuestros padres, maestros, gobiernos, tradiciones, hábitos, etc., aunque no comprendamos su origen y su significado real; 3) que en el curso ordinario de las cosas basta, para dominar o controlar los sucesos que podemos encontrar en nuestro mundo de la vida, saber algo acerca de su tipo o estilo general; y 4) que ni los sistemas de recetas como esquemas de interpretación y expresión, ni los supuestos básicos subyacentes que acabamos de mencionar, son asunto privado nuestro, sino que son igualmente aceptados y aplicados por nuestros semejantes.
Si uno solo de estos supuestos deja de confirmarse, el pensar habitual se hace impracticable. Entonces se produce una "crisis" que, según la famosa definición de W. I. Thomas "interrumpe la corriente del hábito y origina condiciones modificadas de conciencia y práctica"; o sea, que derriba bruscamente el actual sistema de significatividades. La pauta cultural ya no funciona como un sistema de recetas verificadas disponible; revela que su aplicabilidad se limita a una situación histórica específica.
Sin embargo, el forastero, en razón de su crisis personal, no comparte los supuestos básicos mencionados; pasa a ser, esencialmente, el hombre que debe cuestionar casi todo lo que parece incuestionable a los miembros del grupos al que se incorpora.
Para él, la pauta cultural de dicho grupo no tiene la autoridad de un sistema verificado de recetas, y ello, si no por otro motivo, porque no comparte la tradición histórica vívida en la cual se ha formado aquél. Sin duda, también desde el punto de vista del forastero la cultura del grupo al que se incorpora tiene su historia peculiar, que incluso le es accesible. Pero nunca ha sido parte integrante de su biografía, como la historia de su grupo de origen. Para cada uno, sólo las formas de vida de sus padres y abuelos pasan a ser elementos de la suya propia. Los sepulcros y los recuerdos no pueden ser transferidos ni conquistados. El forastero aborda al otro grupo como un recién llegado, en el verdadero sentido del término. A lo sumo puede estar dispuesto a (y en condiciones de) compartir el presente y el futuro con el grupo al que se incorpora, en experiencias vívidas e inmediatas; pero en todas las circunstancias permanecerá excluido de tales experiencias de su pasado. Desde el punto de vista del grupo al que se incorpora, él es un hombre sin historia.
Para el forastero, la pauta cultural de su grupo de origen sigue siendo el resultado de una evolución histórica ininterrumpida y un elemento de su biografía personal, que por esta misma razón ha sido y todavía es el esquema incuestionado de referencia para su "concepción relativamente natural del mundo". En consecuencia, es obvio que el forastero comience a interpretar su nuevo ambiente social en términos de su pensar habitual. Sin embargo, encuentra dentro del esquema de referencia que trae de su grupo de origen una idea ya elaborada de la pauta supuestamente válida dentro del grupo al que se incorpora, idea que, inevitablemente, no tardará en resultar inadecuada.(7)
En primer lugar, la idea sobre la pauta cultural del grupo abordado que el forastero encuentra dentro del esquema interpretativo de su grupo de origen ha tenido su fuente en la actitud de un observador. El forastero, en cambio, está dejando de ser un observador. El forastero, en cambio, está dejando de ser un observador no participante para convertirse en aspirante a miembro del grupo al que se acerca. Así, la pauta cultural del grupo abordado ya no es un objeto de su pensamiento, sino un sector del mundo que debe ser dominado mediante acciones. En consecuencia, la posición que dicha pauta dentro del sistema de significatividades del forastero cambia decididamente, y esto significa, como vimos, que su interpretación requiere otro tipo de conocimiento. Saltando, por así decir, de la platea al escenario, el que hasta entonces era espectador se convierte en miembro del elenco, ingresa como copartícipe en relaciones sociales con sus coactores, y participa, de allí en más, de la acción que se lleva a cabo.
En segundo lugar, la nueva pauta cultural adquiere un carácter ambiental. Su lejanía se transforma en proximidad; sus esquemas vacíos son ocupados por experiencias vívidas; sus contenidos anónimos se transforman en situaciones sociales definidas; sus tipologías ya elaboradas se desintegran. En otras palabras, el nivel de experiencia ambiental de objetos sociales no es congruente con el nivel de las meras creencias acerca de objetos no abordados; al pasar del segundo al primero, todo concepto originado en el nivel inicial resulta necesariamente inadecuado, si se lo aplica al nuevo nivel sin reformular sus términos.
En tercer lugar, el cuadro ya elaborado sobre el nuevo grupo, subsistente en el grupo de origen del forastero, resulta inadecuado para este por la simple razón de que no ha sido elaborado con el fin de provocar una respuesta o una reacción de los integrantes del nuevo grupo. El conocimiento que ofrece sirve solamente como un cómodo esquema para interpretar al grupo extraño, y no como guía para la interacción entre los dos grupos. Su validez se basa primordialmente en el consenso de aquellos miembros del grupo de origen que no pretenden establecer una relación social directa con los miembros del grupo externo. (Quienes se lo proponen se encuentran en una situación análoga a la del forastero que se incorpora al grupo). Por consiguiente, el esquema de interpretación se refiere a los miembros del nuevo grupo simplemente como objetos de esta interpretación, pero no, más allá de ésta, como destinatarios de posibles actos surgidos del resultado del procedimiento interpretativo, ni como sujetos de reacciones previstas hacia esos actos. En consecuencia, este tipo de conocimiento está, por así decir, aislado; no puede ser verificado ni refutado por las respuestas de los miembros del nuevo grupo. Estos, por lo tanto, consideran ese conocimiento -por una especie de "efecto especular"-(8) como insensible e irresponsable, y se quejan de sus prejuicios, parcialidades y malentendidos. Por su parte, el forastero advierte que un elemento importante de su "pensar habitual", es decir, sus ideas acerca del nuevo grupo, su pauta cultural y modo de vida, no es confirmado por la experiencia vívida y la interacción social.


(5) Max Scheler, "Probleme einer Soziologie des Wissens", en Die Wissensformen und die Gesellschaft, Leipzig, 1926, págs. 58 y sigs.; Howard Becker y Hellmuth Otto Dahlke, "Max Scheler's Sociology of Knowledge", en Philosophy and Phenomenological Research, vol. II, 1942, págs. 310-22, esp. pág. 315.
(6) Robert S. Lynd, Myddeltown in Transition, Nueva York, 1937, cap. XII, y Knowledge for What?, Princeton, 1939, págs. 58-63
(7) Véase de qué manera aparece la pauta cultural norteamericana como un elemento "indiscutible" dentro del esquema de interpretación de los intelectuales europeos, en la humorística descripción ofrecida por Martín Gumpert en su libro First Papers, Nueva York, 1941, págs. 8-9. Véanse también libros como el de Jules Romain, Visite chez les Américains,, París, 1930, y el de Jean Prevost Usonie, Esquisse de la civilisation Américaine, París, 1939, págs. 245-66.
(8) Al emplear este término nos referimos a la conocida teoría de Cooley sobre el sí-mismo espejo o especular (looking-glass self) (Charles H. Cooley, Human Nature and the Social Order, ed. rev., Nueva York, 1922, pág. 814).


* Extraído de, Alfred Schutz; "Estudios sobre teoría social", Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1999. Capítulo IV "El forastero. Ensayo de psicología social"

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