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jueves, 18 de agosto de 2011

Imaginarios regionales y circularidad en la planificación: el caso del TOAR. (I)

Autoras/es: Ariel Gravano (*)

El modelo circular de gestión se caracteriza por la conjunción de las acciones planificadas con evaluación permanente por parte de los destinatarios. Juega un papel importante la cultura organizacional -compuesta por imaginarios y prácticas-, compartida entre agentes y actores. Ante el desafío de construir una región con centros urbanos de rango medio, estos imaginarios, que componen sus identidades locales, tiñen cualquier práctica y gestión social. Durante quince años se intentó, en vano, formar un consorcio de desarrollo productivo territorial entre cuatro municipios del centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil, Olavarría, Azul y Rauch: TOAR). El desafío consiste en constituir el Plan Estratégico que termine de plasmar esa realidad. El propósito de este trabajo es aportar al modelo de gestión del Plan desde el estudio de los imaginarios regionales y la facilitación organizacional. La hipótesis apunta a la dimensión metodológica de la gestión organizacional y establece que los fracasos se han debido a los abordajes lineales y conductistas, desde la teoría de la homeostasis social, a la que se contrapone aquí un enfoque circular de la gestión, sobre la base de la teoría dialéctica del conflicto y se mostrará, además, cómo podrían proyectarse los imaginarios locales hacia la construcción de la región.

(Fecha original del artículo: Junio 2005)

PLAN ESTRATÉGICO DEL TOAR: ¿OTRA VEZ SOPA?

El propósito de este trabajo es aportar a un caso de gestión de planificación estratégica de una región, mediante reflexiones sobre el proceso de facilitación organizacional desde el estudio de los imaginarios regionales1. La hipótesis apunta a la dimensión metodológica de la gestión organizacional y establece que la causa de las frustraciones de integración regional radica en la contradicción entre los abordajes lineales y conductistas, desde la teoría de la homeostasis social con que se encaran mayormente los planes de desarrollo estratégico, y un enfoque circular de la gestión, que tenga en cuenta los imaginarios sociales, sobre la base de la teoría dialéctica del conflicto.

Hace más de una década se intentó formar un consorcio de desarrollo productivo territorial entre cuatro municipios del centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil, Olavarría, Azul y Rauch) al que se lo tituló TOAR2, con grandes dificultades que persisten. El desafío actual consiste en constituir un Plan Estratégico de institucionalización de la región que termine de plasmar esa "integración", tal como dicen necesitarla diversos actores de la región.

El TOAR tuvo como embrión la concurrencia de los intendentes de las ciudades de Tandil, Olavarría y Azul a una reunión de la Prefeitura de Parobé, Brasil y luego a Curitiba, en diciembre de 1991, donde "como una necesidad insoslayable nos presentamos como una Unidad Regional", ante otros jefes comunales del MERCOSUR, según recordara años más tarde uno de sus protagonistas (Helios Esseverri, intendente de Olavarría). En realidad, la "necesidad insoslayable" fue el resultado de una decisión tomada durante el desarrollo del encuentro por los tres ediles, que acordaron presentarse como región "para no parecer tan pequeños" ante las ciudades brasileñas. La unión de los tres municipios pareció responder a esa necesidad de ser una región que, en realidad, "nacía" en ese preciso momento.

Los dichos se transformaron en un mandato autoasumido, cuya institucionalización (como TOA.) colocó las bases del consorcio productivo, que más adelante sumaría a Rauch. Desde ese entonces, se fueron escalonando las frustraciones. El primer acuerdo se firma recién tres años después, junto a la redacción del Estatuto como Consorcio Regional. El Instituto Provincial de Acción Cooperativa y la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) exponen diagnósticos y propuestas asociativas, en términos críticos: "El exceso de individualismo, la no transferencia de aprendizajes adquiridos entre pares, la falta de capacitación en técnicas de negocios, la escasa interacción con los nexos impulsores de la economía, la poca participación activa en instituciones empresarias, entre muchas otras causas, han sido las principales barreras que han impedido la transformación cultural" (Documentación del TOA, UNCPBA, Facultad de Ciencias Económicas 1994:42).

Cinco años después intervienen el Centro de Estudios Populares de La Plata y el Consejo Federal de Inversiones y es nombrado un Coordinador del TOAR. En el año 2000 se hace otro diagnóstico socioeconómico, por acción del Centro de Estudios Bonaerenses. Al año siguiente se realiza una Jornada con la intervención del ministro de la Producción provincial, en la que se concluye con declaraciones "para reflotar" al TOAR, el que "debe abandonar su estado de pasividad constante". A partir de estos intentos, se realizaron una ronda de negocios y la firma de un convenio con una cámara empresarial chino-argentina, sumándose más declaraciones de los intendentes con señalamientos sobre las dificultades debidas mayormente a los "localismos". Hasta que en 2002, ya aparecen titulares de los diarios con tono decididamente lúgubre: "El TOAR languidece"... "Se da por desactivado". "Del TOAR prácticamente nadie se ocupa y ha quedado como una expresión de deseos que parece pertenecer al pasado" (El Eco de Tandil, 24 de marzo de 2002). Hacia finales de ese año parece renovarse el encargo de los intendentes para que la UNCPBA se ocupe de impulsar al TOAR, lo que da como resultado nuevas declaraciones, entre las que se intercalan dudas y críticas por la inacción.

Y se llega hasta el principio de nuestra actuación, que reflejamos en parte en este trabajo3. En particular, la requisitoria a quien esto escribe fue la de actuar con el doble rol de investigador de los imaginarios de las cuatro ciudades y como facilitador organizacional4 de los talleres participativos donde se recabaría la visión de actores vinculados a la competitividad de la región5. La primera imagen crítica ante este nuevo intento -que registramos entre todos los actores, incluidos funcionarios y habitantes de los cuatro distritos-, puede condensarse en una frase recogida en campo y que da pie a nuestro primer sub-título alegórico: ¿TOAR? ¿Otra vez sopa...?6

ANCLAJES CONCEPTUALES Y METODOLÓGICOS

La facilitación organizacional consiste en el seguimiento activo del proceso con los actores, mediante el cual se plasman las acciones planteadas en el Plan, en este caso para el desarrollo de la competitividad territorial. Implica desarrollar una metodología de gestión efectiva y circular, caracterizada por la evaluación permanente por parte de los actores, asignándole un papel específico a la cultura organizacional. La competitividad sistémica (Bozzano 2000) de unidades supramunicipales (Campari 2003) y la institucionalización regional de las mismas (Paasi 1991) constituyen un componente tanto económico-productivo cuanto una expectativa de desarrollo y empleo, dentro de la agenda pública de proclamados intentos por "salir de la crisis" de principios de siglo. Desde la cultura organizacional en acción y sus relaciones con las visiones de los actores relacionamos la gestión con los imaginarios. Por gestión entendemos el conjunto de prácticas organizativas de los grupos, instituciones y movimientos, puestas al servicio del cumplimiento de objetivos de acción. No se reduce a la actividad administrativa o formal, sino a la totalidad del proceso de llevar a cabo la cooperación social. Cultura organizacional es el conjunto de prácticas y representaciones simbólicas tomadas como "sistemas significantes" (Williams 1982) en general y dentro de instituciones u organizaciones en particular (Abravanel et al. 1992; Aguirre Baztán 2004; Wright 1994). Y los imaginarios7 son los sistemas de imágenes con los cuales los actores interpretan, se identifican y textualizan su pasado, presente y principalmente la visión de qué aspiran a lograr en el futuro.

La unidad de análisis es la región, pero no puede dejarse de lado que -en todo caso- se trata de una región compuesta por unidades territoriales urbanas de rango medio, sus unidades locales menores y el ámbito rural, si bien en conjunto forman el "sistema urbano" (Leeds 1975; Sassone 1981). La pregunta que cabe hacer es si el carácter "medio" de la ciudad denominada así responde exclusivamente a una variable objetiva y estructural -como su tamaño o el número de habitantes-, o bien forma parte de los imaginarios, sobre todo como los propios actores de la ciudad expresan que "la ciudad" se imagina a sí misma8.

Nuestra tarea debió contemplar recaudos metodológicos acerca de la investigación y de la facilitación. En ambos operamos con un enfoque cualitativo, desde el cual enfatizamos el carácter significativo y no representativo de las muestras, si bien en el caso de los talleres el supuesto de las secretarías de la producción de las comunas fue el de la representatividad institucional de los actores convocados9. Los datos tenidos en cuenta para modelizar las asunciones de los actores institucionales ("fuerzas vivas") o "del llano", provienen de las fuentes secundarias con declaraciones en los medios, entrevistas y observación con participación dentro de nuestro trabajo de campo sobre los imaginarios, y de los talleres. Los actores a abordar en la investigación conformaban el universo de quienes suelen "no tener voz" específica en los planes estratégicos (no empresarios, no funcionarios, no profesionales). Eso porque la hipótesis del trabajo con los imaginarios nos dice que los convocados para las instancias del Plan (empresarios, políticos, funcionarios, profesionales, etc.) comparten el mismo imaginario de sentido común. Y que precisamente en las instancias de talleres o entrevistas personales no es este imaginario el que aflora de modo más espontáneo, salvo en los "recreos" e intersticios, que nosotros ex profeso registramos10. Además de los talleres, entonces, la muestra prospectiva abarcó 33 registros de entrevistas con observación en Tandil, 14 en Azul, 11 en Rauch, y 36 en Olavarría (una mitad empleados o trabajadores -en actividad, jubilados y desempleados- y la otra mitad comerciantes, docentes, estudiantes, amas de casa), en proporciones iguales de sexo y un espectro de edades de 25 a 75. Estas variables de base no obedecen más que al carácter azaroso de estos registros empíricos.

¿AUTONOMÍA? ¿DEPENDENCIA?

¿Cuál es el papel de las ciudades intermedias en el mundo globalizado? pregunta la geógrafa María Silveira (1999): "Hoy, las ciudades intermedias parecen consagradas a desarrollar una alta y competitiva especialización funcional. ¿Y los excluidos del modelo?" (Silveira 1999:50). Nosotros respondemos: el modelo hegemónico neoliberal dicta que deben ser marginados, para asegurar una vida ordenada de relaciones que supuestamente permita competir en forma eficiente con otras ciudades. La ciudad intermedia -afirma Silveira (1999)- aparece llamada a ejercer un mero instrumento técnico de las modernas producciones agrícolas, ganaderas y energéticas de cada región y, así, simultáneamente, a olvidar la posibilidad de ser sede de decisiones políticas autónomas. Estas determinaciones de orden urbano por medio de las empresas radicadas o a radicar en estos territorios implican un verdadero chantaje para esa autonomía de "decisiones de la ciudad", indicado por las amenazas de cierre, con el consiguiente efecto en el desempleo y su rol funcional regulador del salario. En el marco de la globalización, las ciudades intermedias muestran especializaciones culturales y productivas que se articulan con la funcional división del trabajo entre ellas y se acentúa cuanto más telecomandadas resultan las consignas organizacionales que se trasladan desde las metrópolis, tanto en el manejo del estado municipal cuanto en las empresas de producción y las instituciones; concretamente como programas "enlatados" de capacitación y desarrollo. En un trabajo precisamente titulado De la lata a la dialéctica (Gravano 2004a) hemos mostrado los efectos de esta especie de telecomando, en los casos de organismos de financiación internacional y organizaciones satélites de grandes empresas, en particular.

Esta dependencia se instala en los imaginarios y la cultura organizacional, que resultan ser claves para la comprensión de los procesos de creación de opciones autónomas. Los hemos llamado bretes de los planes de desarrollo estratégico de ciudades, regiones y consorcios, porque no obedecen a una agenda local vivida como propia y porque dicen pretender una participación horizontal pero se realizan en procesos que se impulsan desde el verticalismo de los aparatos municipales y/o consultoras u organizaciones no gubernamentales dependientes de financiamiento externo y que comparten una cultura organizacional autoritaria. El efecto es la crisis misma de estas iniciativas por aparente "falta de participación", "falta de difusión", "individualismos localistas", y demás imágenes que no colocan en el modo de gestionarlas el foco de atención, con lo que se realimenta el mismo flujo de significaciones que da lugar al fracaso de la regionalización.

Continuará

(*) Ariel Gravano. CONICET. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA). Olavarría, Buenos Aires, Argentina.

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