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jueves, 25 de agosto de 2011

LUCHADORAS, Historias de mujeres que hicieron historia. III. Rebeldes

Autoras/es: Andrea D’Atri (ed.), Bárbara Funes, Ana López, Jimena Mendoza, Celeste Murillo, Virginia Andrea Peña, Adela Reck , Malena Vidal, Gabriela Vino, Verónica Zaldívar
(Fecha original: Abril 2006)

III: Rebeldes
El siglo XX latinoamericano no podía comenzar de otra manera: la Revolución Mexicana irrumpió como un huracán en un continente plagado de luchas obreras y campesinas que mostrarían ya el espíritu revolucionario que albergarían sus extensas tierras, desde Morelos hasta la Patagonia.
A lo largo y ancho del continente se reproducía, al ritmo de las aspiraciones imperialistas yanquis y las nostalgias colonialistas europeas, el paso firme de las masas obreras y campesinas que se negaban al designio que les imponían las burguesías locales: dependencia económica, explotación y opresión. La historia de Carmela Jeria es un ejemplo de esto. Las páginas de este capítulo intentan dar cuenta de la participación de las mujeres en este siglo convulsionado, dejando pendiente muchas historias y problemas que aún son materia de debate. Rescatamos la ruta que marcaron los más importantes combates latinoamericanos que vieron entrelazados avances y retrocesos en la pelea por la emancipación de las mujeres.
Al cumplir su primera década, el siglo XX vio nacer la enorme movilización revolucionaria en México. Este es el punto de partida que elegimos, retomando la idea del historiador Luis Vitale que, en El Movimiento Feminista Latinoamericano del Siglo XX, explica: “Como puede apreciarse, ya en la década de 1920 estaba planteada para el movimiento feminista la necesidad de ligarse estrechamente a las mujeres de la clase trabajadora con el fin de romper el aislamiento y evitar cualquier desviación elitista. Precisamente, uno de los países donde el feminismo surge ligado a las luchas populares es México.” 1 Esta revolución que inaugura el siglo, sumó entre sus com­batientes a cientos de mujeres de la ciudad y el campo. Recorremos aquí el tortuoso camino de la denominada “última de las revoluciones burguesas y la primera de las revoluciones proletarias”, con las historias de Lucrecia Tóriz y Amelia Robles, en las que se trasluce esa participación apasionada de las mujeres que abarcó desde puestos en la propaganda política, la denuncia de la opresión y el abastecimiento, hasta el rol de destacadas coronelas en el ejército zapatista –el que contó con más mujeres en sus filas que en las páginas dedicadas a sus historias–.
Después de la Revolución Mexicana, ya nada sería igual en América Latina. La década de 1920 se vio atravesada por luchas, muchas veces descarnadas, contra la expoliación brutal de las empresas norteamericanas, que extraían a fuerza de explotación y miseria las riquezas naturales del continente. Obreros y obreras, trabajadoras y trabajadores del campo y el pueblo pobre no aceptaban mansamente los dictados de las “company” y comenzaron a levantar cabeza. En estos duros enfrentamientos las mujeres fueron protagonistas. Se fundaba en Guayaquil en 1922 el grupo de obreras Rosa Luxemburgo; en Cuba, en 1928, nacía la Unión Laborista de Mujeres, enfrentando la dictadura de Machado. Fue una década de intensa actividad política de la clase obrera, cuando se acercaba el décimo aniversario de la primera revolución obrera triunfante de la historia, la Revolución Rusa. Por esos años también se funda en Puerto Rico la Asociación Feminista Popular, presidida por Franca de Armiño, dirigente obrera del tabaco de la Federación Libre de Trabajadores; en Bolivia se funda en 1927 la Federación Obrera Femenina de La Paz.
Durante la década de 1930 no sólo no disminuye sino que se agudiza la lucha de clases en el continente, con una gran crisis económica de fondo y un enfrentamiento entre la clase obrera y la burguesía por quién debería pagar los costos de la misma. América Latina no escapa al escenario mundial, y como en el caso de María Cano –otra de nuestras protagonistas– hubo en cada uno de estos enfrentamientos, mujeres que rompieron con prejuicios vetustos que fueron y son alimento constante para la legitimación de la opresión.
Estos grandes ensayos revolucionarios, como el de México de 1910 o las enormes huelgas obreras, dejaron allanado el camino para las sobradas muestras de voluntad de lucha de las masas de nuestro continente. En el seno de la movilización y la voluntad rabiosa de combate que se dejó entrever en cada lucha a muerte contra la explotación y la opresión imperialistas y sus gobiernos cipayos, nacía la clase obrera que ya en sus primeros pasos, quizás demasiado inmadura, mostraba con certeza ser la única capaz de realizar las legítimas demandas que recorrían el continente. Un coloso, todavía por entonces poniéndose de pie, que hoy, casi cien años más tarde, debe enfrentar a las burguesías nacionales, esa clase raquítica y parasitaria que seguirá exprimiendo su sangre mientras pueda quedarse con una moneda del saqueo del amo imperialista. En estas mujeres que presentamos aquí, las trabajadoras y las mujeres campesinas y del pueblo pobre latinoamericano de hoy, encontrarán una fuente de inspiración revolucionaria para el futuro que aún resta por conquistar.


1 El Movimiento Feminista Latinoamericano del Siglo XX, de Luis Vitale.

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