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domingo, 22 de abril de 2012

Cuentos para la diversidad: 19. Mis tíos favoritos

Autoras/es: José Antonio Cortés Amunárriz (*)
(Fecha original del libro: 2005) 
Relato recomendado para niños/as +10
Aquella mañana, Teresa se había levantado temprano. Muy temprano.
Siempre le ocurría así cuando estaba nerviosa. Y es que aquel era un día muy importante. Por primera vez en sus casi siete años iba a ayudar a su profesora a explicar la lección. Mientras desayunaba, Teresa repasaba el tema con su madre.
–¿Tienes las fotos que elegimos en el sobre?

–Sí.
–¿Te acuerdas de la adivinanza? 
–Sí.
–¿De las ayuditas? 
–Sí. ¿Por qué no puedo poner las fotos que yo quiera? 
–Porque no. Y termina la leche, que se nos hace tarde.
Cuando su madre se metió en el baño, Teresa salió corriendo al salón.
Abrió el segundo cajón de la cómoda y cogió una foto. Volvió corriendo a la cocina y la introdujo en el sobre.
–¿Qué haces? –le dijo su madre, y Teresa dio un salto sobresaltada- Tómate la leche. Y Teresa se la tomó de un trago.
Al despedirse, Teresa besó a su madre con tantas ganas que ésta se emocionó.
–¡Suerte! –le gritó desde la verja del colegio. Teresa agitó el sobre en señal de despedida.
El gran momento del día llegó cuando Lina, su maestra, le mandó salir a la pizarra. Cogió el sobre y salió. Sus ojos brillaban.
–Hoy terminamos el tema cinco, “La familia”, y Teresa va a ayudarme contándonos su árbol genealógico –dijo Lina.
Teresa abrió el sobre y sacó las fotografías.
Mientras Lina iba explicando el vocabulario del tema, Teresa iba pegando en orden las fotografías.
Primero fue la foto de su abuela Isabel, tan rubia, tan guapa, tan sonriente.
Después una en blanco y negro del abuelo, que era igualito que su padre.
–Mi abuelo está muerto. Yo no lo conocí –dijo mirando a la fotografía.
Luego puso la de sus abuelos maternos. Sonreían felices, muy elegantes.
Lina volvió a repetir que había abuelos paternos y maternos. Teresa los señalaba.
Tocaba el momento de padres y tíos, cuando Teresa cogió la foto que había sustraído por la mañana. En ella un hombre con gafas sonreía junto a otro más joven de gesto serio. Colocó la foto junto a la de su madre. Luego puso las fotos de los hermanos de su padre en su sitio correspondiente.
Para terminar, puso las fotos de sus primos a un lado, y bajo la de sus padres la suya disfrazada de Minnie. Algunos niños se rieron al verla.
Lina siguió repasando los contenidos del tema: tío, primo, sobrino… Teresa señalaba las fotos una y otra vez.
–Vamos a ver si todos lo habéis entendido –dijo al final Lina.- ¿Quién es esta señora? 
–La abuela de Teresa –contestaron a coro.
–¿Cuántos hermanos tiene la mamá de Teresa? La clase se dividió. Media clase dijo dos, y los demás que uno. Lina dos, Teresa uno. Lina señaló la foto de los hombres, situada junto a la madre de Teresa.
–¿Quiénes son estos señores? –preguntó a Teresa.
–Mis tíos –respondió Teresa, que empezaba a acordarse de su madre.
–Entonces son hermanos –sentenció Lina.
–No. No son hermano. Mi mamá sólo tiene un hermano. Son novios –aclaró Teresa.
Teresa no entendió por qué Lina estaba colorada y desconcertada.
–¿Has preparado la adivinanza? –preguntó Lina a Teresa.
–Sí, pero me ha ayudado mi madre –reconoció–. Adivina, adivinanza, y sin meterte en un lío, ¿qué es mi tío? –dijo con voz alta y clara dirigiéndose a todos los niños, mientras señalaba con el dedo al señor de gafas de la foto.
–Teresa, ¡una ayuda! –dijeron varios compañeros.
–Empieza por M y tiene siete letras –añadió con la seguridad de quien lo tiene todo preparado.
Los niños pidieron más ayuda.
–Vale, pero sólo una más. En este colegio hay muchos.
Se hizo el silencio, las adivinanzas les encantaban a todos. Lina era la única que parecía no disfrutar del juego.
–Ya lo sé –gritó Ayob.
–Dilo –respondió Teresa, segura de que iba a acertarla, pues era el mejor de la clase en adivinanzas.
–¡Maestro, tu tío es maestro! –gritó Ayob orgulloso.
–¡Sí! –dijo Teresa entusiasmada.
Antes de salir del colegio, Teresa fue al baño, abrió su mochila y cambió la foto. Bajó corriendo las escaleras, segura de que su madre estaría impaciente en la puerta. Y, en efecto, allí estaba, pero qué sorpresa, también estaban los tíos.
Después de merendar, los cuatro se fueron al parque. Allí Teresa le dijo
al tío Jose al oído que le contaría un secreto si no se lo decía a su madre.
Y, disimuladamente, se fueron paseando al tobogán.
 (*) Extraído de:
Colección Cuentos para la diversidad. COGAM. Colectivo de Gays, Lesbianas y Tansexuales de Madrid

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